lunes, 25 de mayo de 2015

Señor Q. Alamb

Un hombre tiene un policía muerto a la entrada de su casa a plena luz del día. El Señor Alamb acaba de matar al ultimo hombre vivo del manzano. La policía va llegando desde varias direcciones, pero antes de ver el cuerpo de su compañero los dos primeros hombres en patrulla ven iluminarse toda la calle, asustados paran casi ciegos en la claridad, y al mirarse el uno al otro notan que de sus alientos emanan figuras rojas que se desvanecen en el aire, y que mientras mas se miran lo rojo cubre sus bocas y luego sus caras, y va avanzando a medida que respiran. La calle iluminada les molesta.... no la quieren ver, pero tampoco pueden dejar de ver la luz cuando cierran los ojos... y al razonar sus cerebros... se retuercen con toda la claridad del exterior y entonces se encuentran a si mismos como dos muertos en el paraíso...

-¡ha sucedido!

....... y ya que la luz los cubre y esa luz les quema las cienes y orada su garganta, tratan de cubrirse uno en el otro rasgándose las ropas buscando abrirse los ombligos mutuamente. Con la primera insicion, lo rojo de la boca expele ahora del estomago y sosiega la mirada del mas fuerte, pero al cubrirse con lo rojo este desaparece a medida que se va enfriando en el ambiente y vuelve a cubrirse de luz su ropa y su pellejo. Finalmente no lo soporta mas y  las razones y palabras de la mente le aconsejan escapar del paraíso rumbo al oscuro infierno. Y así, aquí en la tierra, un policía con el pecho enrojecido deshace sus manos escarbando en el asfalto, una calle antes de llegar a la entrada de la casa del señor Alamb. El único hombre de carne en esa nueva tierra blanca de ángeles perdidos.
Espero lo tosco de la redacción se afine a medida que vaya maquetando los eventos y las imágenes consecutivamente, pues he cambiado tantas veces mi estilo de narración que seguramente entre experimento y uso tradicional hallaré una expresión propia para esta obra. Si, mi problema es que soy empirico.