jueves, 28 de agosto de 2014

hoy a los Veinte y seis años

Era como el olor que sentí una vez que encontré una piedrecilla café dentro de mi cama... allá por los años ocho.
Yo ahora tenia veintiséis años y volvía a recuperar uno de tantos recuerdos olvidados por los que una amiga creía que yo no era su amigo. Recuerdos que no le contaba porque ese rato no me acordaba.
... Y luego se quejaba porque de improviso pego cuerda a contar cosas vergonzosas.
Esta vez me acorde y no solo de esa vez sino de otra más después, cuando sentí correr por mi pantorrilla algo que cayó rapidito y sin sonido por la acera. Al mirarla de cerca agachado y luego al tomarla con la mano reconocí su estirpe, era uno de los míos.
Esas cosas pasan cuando te aguantas demasiado, cuando el baño queda junto a la pila del agua, y la pila del agua se ve desde tu asiento ahí sobre la taza. Cuando vez recibir el agua de otras personas por la rendija de la puerta, por el hueco del seguro, por los colores que proyectan las chompas los pantalones de reflejo sobre el piso. Cuando vives y cagas detrás de una puerta de cartón corrugado embastido en madera vieja. Pasan por que cuando llega la hora no puedes, porque desde los 8 años, a la vecina se le ocurrió salir de su casa cuando tu entras a sentarte. Se le ocurrió salir y mirar desde la planta alta hacia abajo, bajar cuando ve cerrarse la puerta de corrugado, pasar cerquita y entrar a su baño. Algunas de las cosas más vergonzosas pasan cuando nadie te está mirando y ocurren porque alguien más quiere verte.

Y hoy cuando tenía veintiséis años aspire hondo tres veces- smmffff smmffff smmffff, huele a caca... ella me esta extrañando.