Era como el olor que sentí una vez que encontré una piedrecilla
café dentro de mi cama... allá por los años ocho.
Yo ahora tenia veintiséis años y volvía a recuperar uno de
tantos recuerdos olvidados por los que una amiga creía que yo no era su amigo. Recuerdos
que no le contaba porque ese rato no me acordaba.
... Y luego se quejaba porque de improviso pego cuerda a
contar cosas vergonzosas.
Esta vez me acorde y no solo de esa vez sino de otra más después,
cuando sentí correr por mi pantorrilla algo que cayó rapidito y sin sonido por
la acera. Al mirarla de cerca agachado y luego al tomarla con la mano reconocí
su estirpe, era uno de los míos.
Esas cosas pasan cuando te aguantas demasiado, cuando el
baño queda junto a la pila del agua, y la pila del agua se ve desde tu asiento ahí
sobre la taza. Cuando vez recibir el agua de otras personas por la rendija de
la puerta, por el hueco del seguro, por los colores que proyectan las chompas
los pantalones de reflejo sobre el piso. Cuando vives y cagas detrás de una
puerta de cartón corrugado embastido en madera vieja. Pasan por que cuando llega
la hora no puedes, porque desde los 8 años, a la vecina se le ocurrió salir de
su casa cuando tu entras a sentarte. Se le ocurrió salir y mirar desde la
planta alta hacia abajo, bajar cuando ve cerrarse la puerta de corrugado, pasar
cerquita y entrar a su baño. Algunas de las cosas más vergonzosas pasan cuando
nadie te está mirando y ocurren porque alguien más quiere verte.
Y hoy cuando tenía veintiséis años aspire hondo tres veces- smmffff
smmffff smmffff, huele a caca... ella me esta extrañando.